Esta gran construcción alcanzó su máximo esplendor en los siglos XVIII y principios del XIX.
Con amplias estancias, llegó a disponer de setenta camas con todo lo necesario, cocinas, salón-refectorio e importantes cuadras, para satisfacer las necesidades de todso los viajeros que a él se acercaban.
Con la apertura del albergue en 2005 (196 años después), comenzó de nuevo a realizar la función que siempre ejerció la de ser un punto de encuentro, de sanación (física y psíquica), de descanso y de diversión.